Los gatos del Jardín Botánico

El Jardín Botánico de Valencia es uno de mis rincones favoritos de la ciudad. Fundado en 1567 como huerto de plantas medicinales para el estudio, el jardín se estableció definitivamente en su lugar actual en 1802. Está situado a orillas del "río" de Valencia (el pulmón de la ciudad), junto al Jardín de las Hespérides y muy próximo a las emblemáticas Torres de Quart. Con más de 4.500 especies diferentes, el jardín es un lugar perfecto para relajarse, disfrutar de árboles centenarios y plantas de cualquier parte del mundo y aprender algo de botánica.


Pero lo que me lleva a escribir este post es la campaña de adopción de gatos del Botánico, una colaboración entre el Jardín Botánico y un grupo independiente de voluntarios llamado Voluntarios Gatos Botánico Valencia, VGBV. Como espacio abierto, el jardín recibe "la visita" de gatos del entorno que han sido abandonados y han creado una colonia numerosa. Los voluntarios del jardín los cuidan y difunden información sobre la comunidad gatuna del Botánico para que puedan ser adoptados. Con esta interesante campaña se les da albergue, medicación y comida, a la vez que se promueve su adopción. Si queréis más información, podéis visitar su página de Facebook.


Como no podía ser de otra manera, en mi última visita el mes pasado tuve la oportunidad de disfrutar, no sólo del precioso jardín, sino también de la colonia gatuna que se paseaba libremente por todo el jardín y elegía los mejores lugares al sol para hacer una siestecita (véanse las fotos a continuación). La tranquilidad del jardín es un lugar ideal para estos gatos, pero no olvidemos que todos necesitan un hogar y están aquí porque ya no tienen uno.








3 comentarios:

  1. Qué envidia. ¡Qué buen tiempo hace en Valencia! así no es de extrañar que los gatos se queden ronroneando al sol.

    Yo tengo una amiga en Bruselas que empezó recogiendo de la calle una pareja de gatos. Al cabo de un par de años ya debe tener como doce o trece. No viven en la casa, viven en el garaje, pero se les ve felices, gordos y contentos a pesar de la lluvia y el agua que nos azota.

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  2. Y ese era un día frío, pero aún así el sol luce fuerte y da calorcito. Si pudiera, tendría un jardín botánico enterito con gatos incluídos.
    La felicidad gatuna es muy envidiable. ¡Ellos sí saben disfrutar de las siestas y el calorcito! A ver si se sube un poco el calorcito primaveral de esta semana y llega algo a Bruselas...

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  3. Me encanta, sobre todo en estos tiempos en los que se tipifica como falta grave dar de comer a animales abandonados.

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